9/11/2018 Charles Koechlin y "Le Retour à Bach"Puede que nunca logre estar en el parnaso de los más apreciados de la historia, pero sin duda, Charles Koechlin comparte lugar junto a Richard Strauss entre esos compositores “de segunda fila de primera clase” a los que se refirió el zaratustro para describirse a sí mismo. A pesar de ser tan ecléctico y tan prolífico, al parisino le faltó quizás alguna melodía pegadiza con la que engatusar al gran público para siempre y hacerse un sitio en el gran canon de las orquestas. O al menos, para poder lidiar con la visión historiográfica que implícitamente nos suelen ofrecer de él: la de un epígono posromántico y posimpresionista sin nada nuevo que aportar. Pero cuán equivocados estaremos si lo percibimos así. Publicó Koechlin un ensayo en 1926 muy pero que muy interesante al respecto de la noción de Bach en el periodo de entreguerras, titulado precisamente Le Retour à Bach. Podéis leerlo aquí, aunque en una traducción regularcilla pero de la que estoy muy agradecido. El autor arremete con quienes blanden a Bach como ejemplo de perfección y pureza al que aproximarse en un afán de puridad deshumanizada. No descubriremos nada si citamos a Stravinsky como el primer gran exponente de esta escuela, que vio en el rigor de las fugas de Bach la materialización perfecta de una estética objetivista: sin significado aparente, sin expresividad presupuesta, per se, sin más; sin menos. Pero Koechlin, quien quizás no curiosamente también estaba en el polo opuesto de Stravinsky en lo político, describía este panorama con socarrona ironía: Lo del “retorno a…” que se habla en referencia a la música contemporánea se deriva claramente del carácter de un arte que pretende ser claro, robusto, no-descriptivo, hasta no-expresivo. Fue acertadamente definido en el artículo de André Schaeffner, “Jacques Rivière et ses Ètudes sur la musique”. Él enumera los mandamientos de este nuevo culto, que sustituye la peligrosa religión del debussysmo. Es un culto austero: solamente la flagelación musical puede corregir los pecados que produjeron los Nocturnes o las Chansons de Bilitis (…) El arte de Bach —enteramente una reprimenda— proporciona una camisa de fuerza. Evoca las barras castas utilizadas para pegar a las pequeñas heroínas de las comedias y proverbios de Madame de Ségur (…). Debido a sus sólidas, “precisas”, y claramente dibujadas formas que han sustituido las ondulaciones flexibles, los impresionismos, la “maravillosa vaguedad” del mago de Pellèas, nos ahorran el raquitismo contagiado por los seguidores de Claude Debussy. Después, resumía su propia visión: La gente piensa que la música pura en principio no puede ser expresiva. Además, sitúan a Bach como modelo, ilustrando los hechos concernientes a este maestro de la expresividad al clasificarle como buen académico, libre del veneno de la emoción (…). Sería raro hablar de la abstracción en un compositor que nos ha dejado el “Crucifixus”, de la Misa en Si menor. Sería imposible que dicha figura nos llevara a una“revolución contra la emotividad”. Esto sería como convertir a Fra Angelico a la cabecera de una escuela nueva de pintura no expressiva. Una buena broma quizás, original, pero sin gusto. Bach es la emoción pura. Casi siempre es así, hasta en sus fugas, ¡cuyas líneas son tan cantables! Volverá Koechlin a este blog, que mucha tela hay que cortar con él; con él, y con las obras de los demás compositores que cita como ejemplos de este bachianismo apasionado que con tanta firmeza defendió. Pero primero iré al grano con su pieza más famosa y más clara al respecto: su “Offrande musicale sur le nom de Bach”, terminada de revisar exactamente veinte años después del artículo de marras; esto es, en 1946, con ochenta años ya, compuesta en plena guerra y con menuda madurez a cuestas como orquestador y como contrapuntista. Se trata de un juego de palabras evidente en relación a la Ofrenda Musical de Bach, pero en su estructura recuerda más al Arte de la Fuga, y no solo por jugar una y otra vez con el célebre motivo B-A-C-H. Además, hay ondas Martenot de por medio: ¿acaso se puede pedir más? En fin, juzguen ustedes si les emociona o no, y cuéntenlo en los comentarios. Y juzguen también si la música de Bach es increíble por lo que decía Stravinsky, o por lo que decía Koechlin. O por las dos cosas, si es posible la paradoja... Los comentarios están cerrados.
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AutorPadre. Profe. De Música. De la Pública. Barroquero. Bachiano. Rockero. De izquierdas. Aliado. Ateo. Republicano. Andaluz. ArchivosCategorías |