Giuseppe o Joseph Dall´Abaco es de esos autores a los que podríamos etiquetar como orgullosos "posbarrocos", como parte de esa generación de discípulos de ilustres de mediados del XVIII, a veces también hijos de sus mismos maestros ilustres (Wilhelm Friedemann Bach, sin ir más lejos, respecto al propio Bach, que no tanto sus hermanos; o Kirnberger, o Krebs...) que continuaron componiendo a la barroca sin pudor; y no mediante una mera imitación, sino siguiendo un desarrollo propio, independiente de la nueva corriente clásica, que quedó oculto tras el mainstream de entonces y de ahora, pero que bien que sembró de lo suyo en el Romanticismo posterior. Dall´Abaco fue hijo y discípulo de otro grande, grandísimo compositor barroco: el bien conocido Evaristo Felice Dall´Abaco, también chelista. Por avatares cortesanos, su hijo nació en una Bruselas aún gobernada desde España, en 1710. Y este vivió nada menos que 95 años, viajando mucho, recalando en Alemania, en Austria, en Inglaterra, y acabando sus días en la Italia de sus ancestros gobernada aún desde Francia. Su única obra difundida de momento es la colección de 11 caprichos para violonchelo solo, fechados muy a ojo en torno a los años 50 o 60 del Settecento. Pero tiene al menos una treintena de obras más para su instrumento, o eso dice Wikipedia. Al parecer tuvo muchísimo éxito en Viena cuando estrenó una sugerente composición para cinco chelos de la que no tengo forma de saber nada más, ni siquiera si se conserva. Bien, pues ahí va una selección. En primer lugar, el primer capricho, que abre la colección, con cierto aire al primer preludio de las suites de Bach (el minuto 1.43 tiene un par de arpegios que parecen tomados literales), y que se yergue altanero sobre el tetracordio descendente que va desde la ninfa de Monteverdi hasta el Orobroy de Dorantes. Es sin duda el capricho más conocido e interpretado de la colección, y la de Bruno Cocset casi no tiene rival: Dall´Abaco hijo suena a Barroco tardío y temprano a un tiempo. Del temprano, por la introspección y la melancolía de un Marais, clarísimo en el cuarto capricho. Del tardío, por los arpegios constantes y las melodías quebradas tan características de El mismísimo. Que por cierto, no son pocos quienes dicen en los comentarios de YouTube que deberían estos caprichos ser tan conocidos como las suites de Bach. Y sí, a veces los comentarios de YouTube bien que pecan de entusiasmo, pero a veces demuestran que se puede decir en alto lo que nadie se atreve a decir en ambientes más estirados. El siguiente vídeo presenta de una tacada el 2 (cañero), el 4 (el mareisiano) y el 8 (quizás, el más clasicote), y lo hace de mano de Catherine Jones, excepcional y espectacular chelista. Y no me resisto a colgar también mi favorito, el número 11, inacabado, el que menos disimula su distancia con el pasado, el más espontáneo, cañero y original para mi gusto. Además lo cito en la versión de Kristine von der Goltz, la primera chelista que le dedicó una grabación monográfica a toda la colección (y que además lo hizo de una forma absolutamente impecable). Tras tan solo apenas diez años y un poco después de ese álbum pionero, y aunque aún no sean muy conocidos por el gran público, los caprichos de Dall´Abaco hijo se han asentado firmemente en el repertorio violonchelístico a solo del siglo XVIII, a la sombra de la sombra más alargada, sí, pero a ninguna sombra más. Imagen: Violonchelista, c.1788. Antoine Vestier (1740 -1824). Hasta donde sé, de Dall´Abaco no ha sobrevivido ningún retrato. Los comentarios están cerrados.
|
Autor
Padre. Profe. De Música. De la Pública. Barroquero. Bachiano. Rockero. De izquierdas. Aliado. Ateo. Republicano. Andaluz. ArchivosCategorías |